- Ensayo elaborado para la revista Disicultura - (Trujillo 2021)
Por Karina Medina
Quisiera hacer un acercamiento al
panorama de la poesía escrita por jóvenes en el Perú porque es un tema que nos
deja bastantes interrogantes por donde sea que lo abordemos. Hablar de poesía
joven es muy complejo porque, a estas alturas, todavía nos podríamos preguntar
qué es un poema; incluso, si vale la pena considerar los conceptos tratadistas
de Aristóteles y Pound en una cultura peruana actualmente bastante nihilista en
la que todo lo que podría ser visto como importante, se afronta con actitudes
pasatistas. También podríamos cuestionar qué grupo de poetas son considerados
“jóvenes”, todavía, y quienes ya no entran en este conjunto. Y además,
podríamos preguntarnos en silencio y por enésima vez qué significa ser un poeta
y qué es lo que un poeta debe tener en cuenta para escribir poesía. Lo cierto
es que en el Perú hay muchos jóvenes escribiendo, jóvenes y señoritas
destacados, voces que se han vuelto populares en un círculo tan pequeño como lo
es el literario en nuestro país, poetas que publican un libro cada año a pesar
de lo difícil que es publicar en el Perú, ganadores de concursos importantes
como el Premio Watanabe y el COPÉ, poetas del Facebook e Instagram, etc. La
pregunta del millón es ¿lo están haciendo bien? Quisiera creer que todos los
que vienen escribiendo con ahínco son autores de grandes aportes a la poesía y
literatura nacional, pero sé que no. El tiempo quien es el mejor juez, es el
único que nos mostrará en un futuro corto o lejano a aquellos que han
trascendido con su letra. Coincido con Martín Horta cuando en su entrevista con
Victor Salazar Yerén declara para el grupo público Literatura Chinchana, que
cada treinta años aparecen entre nueve a diez poetas que no desistieron de su
vocación como escritores y se vuelven de suma importancia.
En el 2020 a raíz de la pandemia que
atacó a la aldea global, empecé a concentrarme en un proyecto de investigación
que consistía en encontrar a la mayor cantidad de jóvenes, entre varones y
mujeres, que estuviesen escribiendo poesía de manera constante y tuvieran la
maravillosa intención de ser grandes aportes en nuestro país. Obviamente no
todos escribimos poesía con los mismos intereses y es ahí donde se encuentra el
meollo de uno de los tantos asuntos relacionados al tema que estamos abordando.
He encontrado a muchos jóvenes aficionados a la poesía pero con diferentes
propósitos y formas de ver al poema. Quieren dedicarse a la escritura con
seriedad y responsabilidad, leen poco o leen mucho, mas le ponen ganas en el
camino. Sin embargo, he observado que para otros cualquier escrito puede ser
poesía y toman al poema como un artefacto libre de parámetros estéticos y al
que se puede armar teniendo como premisa cualquier discurso y sin un trabajo del
lenguaje esmerado. Y también están los que vienen experimentando en la poesía,
publicando libros que exponen un lenguaje que muchos osan en llamar vanguardista
pero es solo un poco más de lo mismo y de carácter intuitivo. Este tipo de
creaciones literarias está libre de referentes y esto es a lo que Giuliano
Milla llama creación literaria prospectiva, que es la manera de abordar al
poema con un lenguaje que no está siendo genuinamente trabajado, sino
genuinamente improvisado; y en el peor de los casos, pretensiosamente
improvisado. Para mí, este último grupo es el que abunda.
En líneas generales, lo novedoso en
poesía juvenil apunta más al plano de la forma que del discurso; ya que algunos
colectivos entienden a la poesía como una actividad propia del divertimento,
que busca desacralizar esa imagen que tenía en antaño y rechazan sus valores
tradicionales. Por otro lado, buscan asimilar un universo tecnológico incluyendo
en el poema sus términos coloquiales, no obstante nada de ello tampoco es
novedoso en esencia pues lo tecnológico fue parte de los discursos de las vanguardias
futuristas donde incluso la máquina tuvo un gran rol en la creación literaria.
Esto solo sería una nueva aclimatación ante algo que nos es común.
El que quiere ser poeta tiene que
estudiar mucho, leer mucho y adentrarse en diferentes realidades, buscar la
felicidad y el peligro, vivir al ras del precipicio, sobrevivir al dolor para
contarlo. Pero en este mundo globalizado en el que la vida se ha vuelto mecanizada,
el poeta ya no puede vivir en la constante búsqueda de aquello que solo él ve y
tiene la responsabilidad de compartir con el resto. Los grandes versos nacen de
una observación profunda y allí radica la importancia de un poeta: revelar todo
aquello que a los otros les ha sido velado.
La sensibilidad ya no es una habilidad
y la depresión se ha vuelto algo natural; y seguramente muchos podrían
discrepar conmigo pero temo decirles que en la actualidad encuentro a muy pocos
autores, jóvenes poetas del círculo literario nacional, que tengan la dicha de
escribir de manera honesta. Hay un vasto número de autores y autoras que no
están logrando grandes versos por la incapacidad de girar en torno a los
orígenes. No están siendo profundos, no están teniendo delicadeza de
percepción, no están siendo espectadores responsables de lo que les toca ver,
olvidando que la poesía también es una forma de conocimiento. Quizá esto sea el
resultado de nuestra manera de encararnos al mundo o por la falta de madurez,
teniendo en cuenta que conforme maduran los autores, maduran también sus
escritos.
Ahora, quisiera hacer hincapié en
algo, hay muchos autores que no son parte de ningún colectivo y son
completamente desconocidos por los medios de difusión y es en estos en los que
yo tengo más interés porque siento que guardando su distancia de la
popularidad, producen mejores cosas. De estos quiero conocer el compromiso que
tienen como espectadores de la realidad que vivimos. Podría mencionar a algunos
de quienes he leído su obra poética en revistas digitales pero a quienes muy
poco se les menciona en ensayos sobre poesía joven en el Perú: Ino Rono
(Shipibo- Konibo), Giuliano Milla (Lima), Claudia Guerra Maticorena (Callao),
Josué Hidalgo Torres (Lima), Karuraqmi Puririnai (Puno), Alcides Ruiz de la
Vega Tenorio (Ayacucho) Alejandro Rey Bermúdez (Lima) y por supuesto muchos
más. De estos últimos hay mucho que decir, mas nos tomaría mucho espacio el reseñarlos
a cada uno en este ensayo.
Hago responsable a las redes sociales
por los resultados de mi búsqueda porque es aquí donde yace el populismo del
autor. Algunos factores por los que un autor joven se hace conocido, no es solo
por ser un buen escritor, muchos de ellos son reconocidos meramente producto
del amiguismo y la mala visión que muchos investigadores, gestores y profesores
de las universidades más populares de Lima, tienen. He notado cuán importante
se ha vuelto el decir, exponer y publicar un poema mostrando de manera superficial
sus imágenes; sin embargo, pocos le toman importancia al qué decir, al discurso
a lo que se quiere comunicar con sentimiento. Y lo anteriormente mencionado es
relativo en cierto modo, claro que sí, porque hay algunos otros ingredientes
para escribir un poema que son también contundentes. Sería ideal que tengamos
en cuenta que el panorama de la poesía escrita por jóvenes en el Perú, también
tiene un lado al cruzar el horizonte y está conformado por aquellos autores que
lejos de ser adictos a la dopamina, a causa de los miles de Likes que reciben diariamente en las
redes sociales, y a los miles de seguidores, prefieren el silencio y perfil
bajo para una mejor construcción de su obra poética. En la actualidad ya
conozco a bastantes de ellos, que sin haber ganado algún premio de poesía
nacional o aparecer en las antologías publicadas en estos últimos años, tienen
muy buenos trabajos que mostrar.
Todavía sigo investigando sobre
escritores jóvenes y mi concepto sobre poema sigue en construcción; he
encontrado una diversidad de poéticas maravillosas que hacen que este concepto
se forme de manera diferente en cada persona. Ya decía García Lorca que es muy
difícil definir lo que es un poema porque cada día se leen cosas diferentes y
nuevas que logran cambiarnos el concepto del mismo. Mientras tanto, guardo el
anhelo de encontrar siempre poesía genuina que me ilumine. Tengo fe de que, así
como he leído muchos poemas que expresan banalidades, seguiré encontrando
poesía trabajada, combativa y honesta que sea enriquecedora no solo por su estilo
sino también por los mundos que se quieren dar a conocer por medio de ella.