domingo, 8 de agosto de 2021

DESACRALIZANDO EL VERSO

 


- Ensayo elaborado para la revista Disicultura - (Trujillo 2021)

Por Karina Medina 

Quisiera hacer un acercamiento al panorama de la poesía escrita por jóvenes en el Perú porque es un tema que nos deja bastantes interrogantes por donde sea que lo abordemos. Hablar de poesía joven es muy complejo porque, a estas alturas, todavía nos podríamos preguntar qué es un poema; incluso, si vale la pena considerar los conceptos tratadistas de Aristóteles y Pound en una cultura peruana actualmente bastante nihilista en la que todo lo que podría ser visto como importante, se afronta con actitudes pasatistas. También podríamos cuestionar qué grupo de poetas son considerados “jóvenes”, todavía, y quienes ya no entran en este conjunto. Y además, podríamos preguntarnos en silencio y por enésima vez qué significa ser un poeta y qué es lo que un poeta debe tener en cuenta para escribir poesía. Lo cierto es que en el Perú hay muchos jóvenes escribiendo, jóvenes y señoritas destacados, voces que se han vuelto populares en un círculo tan pequeño como lo es el literario en nuestro país, poetas que publican un libro cada año a pesar de lo difícil que es publicar en el Perú, ganadores de concursos importantes como el Premio Watanabe y el COPÉ, poetas del Facebook e Instagram, etc. La pregunta del millón es ¿lo están haciendo bien? Quisiera creer que todos los que vienen escribiendo con ahínco son autores de grandes aportes a la poesía y literatura nacional, pero sé que no. El tiempo quien es el mejor juez, es el único que nos mostrará en un futuro corto o lejano a aquellos que han trascendido con su letra. Coincido con Martín Horta cuando en su entrevista con Victor Salazar Yerén declara para el grupo público Literatura Chinchana, que cada treinta años aparecen entre nueve a diez poetas que no desistieron de su vocación como escritores y se vuelven de suma importancia.

En el 2020 a raíz de la pandemia que atacó a la aldea global, empecé a concentrarme en un proyecto de investigación que consistía en encontrar a la mayor cantidad de jóvenes, entre varones y mujeres, que estuviesen escribiendo poesía de manera constante y tuvieran la maravillosa intención de ser grandes aportes en nuestro país. Obviamente no todos escribimos poesía con los mismos intereses y es ahí donde se encuentra el meollo de uno de los tantos asuntos relacionados al tema que estamos abordando. He encontrado a muchos jóvenes aficionados a la poesía pero con diferentes propósitos y formas de ver al poema. Quieren dedicarse a la escritura con seriedad y responsabilidad, leen poco o leen mucho, mas le ponen ganas en el camino. Sin embargo, he observado que para otros cualquier escrito puede ser poesía y toman al poema como un artefacto libre de parámetros estéticos y al que se puede armar teniendo como premisa  cualquier discurso y sin un trabajo del lenguaje esmerado. Y también están los que vienen experimentando en la poesía, publicando libros que exponen un lenguaje que muchos osan en llamar vanguardista pero es solo un poco más de lo mismo y de carácter intuitivo. Este tipo de creaciones literarias está libre de referentes y esto es a lo que Giuliano Milla llama creación literaria prospectiva, que es la manera de abordar al poema con un lenguaje que no está siendo genuinamente trabajado, sino genuinamente improvisado; y en el peor de los casos, pretensiosamente improvisado. Para mí, este último grupo es el que abunda.

En líneas generales, lo novedoso en poesía juvenil apunta más al plano de la forma que del discurso; ya que algunos colectivos entienden a la poesía como una actividad propia del divertimento, que busca desacralizar esa imagen que tenía en antaño y rechazan sus valores tradicionales. Por otro lado, buscan asimilar un universo tecnológico incluyendo en el poema sus términos coloquiales, no obstante nada de ello tampoco es novedoso en esencia pues lo tecnológico fue parte de los discursos de las vanguardias futuristas donde incluso la máquina tuvo un gran rol en la creación literaria. Esto solo sería una nueva aclimatación ante algo que nos es común.

El que quiere ser poeta tiene que estudiar mucho, leer mucho y adentrarse en diferentes realidades, buscar la felicidad y el peligro, vivir al ras del precipicio, sobrevivir al dolor para contarlo. Pero en este mundo globalizado en el que la vida se ha vuelto mecanizada, el poeta ya no puede vivir en la constante búsqueda de aquello que solo él ve y tiene la responsabilidad de compartir con el resto. Los grandes versos nacen de una observación profunda y allí radica la importancia de un poeta: revelar todo aquello que a los otros les ha sido velado.

La sensibilidad ya no es una habilidad y la depresión se ha vuelto algo natural; y seguramente muchos podrían discrepar conmigo pero temo decirles que en la actualidad encuentro a muy pocos autores, jóvenes poetas del círculo literario nacional, que tengan la dicha de escribir de manera honesta. Hay un vasto número de autores y autoras que no están logrando grandes versos por la incapacidad de girar en torno a los orígenes. No están siendo profundos, no están teniendo delicadeza de percepción, no están siendo espectadores responsables de lo que les toca ver, olvidando que la poesía también es una forma de conocimiento. Quizá esto sea el resultado de nuestra manera de encararnos al mundo o por la falta de madurez, teniendo en cuenta que conforme maduran los autores, maduran también sus escritos.

Ahora, quisiera hacer hincapié en algo, hay muchos autores que no son parte de ningún colectivo y son completamente desconocidos por los medios de difusión y es en estos en los que yo tengo más interés porque siento que guardando su distancia de la popularidad, producen mejores cosas. De estos quiero conocer el compromiso que tienen como espectadores de la realidad que vivimos. Podría mencionar a algunos de quienes he leído su obra poética en revistas digitales pero a quienes muy poco se les menciona en ensayos sobre poesía joven en el Perú: Ino Rono (Shipibo- Konibo), Giuliano Milla (Lima), Claudia Guerra Maticorena (Callao), Josué Hidalgo Torres (Lima), Karuraqmi Puririnai (Puno), Alcides Ruiz de la Vega Tenorio (Ayacucho) Alejandro Rey Bermúdez (Lima) y por supuesto muchos más. De estos últimos hay mucho que decir, mas nos tomaría mucho espacio el reseñarlos a cada uno en este ensayo.

Hago responsable a las redes sociales por los resultados de mi búsqueda porque es aquí donde yace el populismo del autor. Algunos factores por los que un autor joven se hace conocido, no es solo por ser un buen escritor, muchos de ellos son reconocidos meramente producto del amiguismo y la mala visión que muchos investigadores, gestores y profesores de las universidades más populares de Lima, tienen. He notado cuán importante se ha vuelto el decir, exponer y publicar un poema mostrando de manera superficial sus imágenes; sin embargo, pocos le toman importancia al qué decir, al discurso a lo que se quiere comunicar con sentimiento. Y lo anteriormente mencionado es relativo en cierto modo, claro que sí, porque hay algunos otros ingredientes para escribir un poema que son también contundentes. Sería ideal que tengamos en cuenta que el panorama de la poesía escrita por jóvenes en el Perú, también tiene un lado al cruzar el horizonte y está conformado por aquellos autores que lejos de ser adictos a la dopamina, a causa de los miles de Likes que reciben diariamente en las redes sociales, y a los miles de seguidores, prefieren el silencio y perfil bajo para una mejor construcción de su obra poética. En la actualidad ya conozco a bastantes de ellos, que sin haber ganado algún premio de poesía nacional o aparecer en las antologías publicadas en estos últimos años, tienen muy buenos trabajos que mostrar.

Todavía sigo investigando sobre escritores jóvenes y mi concepto sobre poema sigue en construcción; he encontrado una diversidad de poéticas maravillosas que hacen que este concepto se forme de manera diferente en cada persona. Ya decía García Lorca que es muy difícil definir lo que es un poema porque cada día se leen cosas diferentes y nuevas que logran cambiarnos el concepto del mismo. Mientras tanto, guardo el anhelo de encontrar siempre poesía genuina que me ilumine. Tengo fe de que, así como he leído muchos poemas que expresan banalidades, seguiré encontrando poesía trabajada, combativa y honesta que sea enriquecedora no solo por su estilo sino también por los mundos que se quieren dar a conocer por medio de ella.

"Ya no puedo darte el corazón. Iré donde quieran mis botas."

NADA

no sabes nada de mí no haces nada por mí no me cuidas no me descuidas no te expresas me ignoras no me ignoras ...