domingo, 22 de noviembre de 2020

El viento real de la mágica desgracia

 


- Reseña del cuento La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada de Gabriel García Márquez -

Por Karina Medina

“Eréndira estaba bañando a la abuela cuando empezó el viento de su desgracia.” (Pg. 95)

A pesar de que la novela corta o cuento largo La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada (1972) tiene la belleza de las letras de un Gabriel García Marques mucho más maduro, esta no deja de ser una historia que muestra, por donde se le observe y analice, las tantas caras de la desgracia a flor de piel.

En esta obra, el autor toca como tema principal la prostitución infantil; su narración detallista, la descripción amplificada de los asuntos relacionados al tema y el hecho de desmenuzar las situaciones relatadas nos permite conocer muy de cerca sobre esta inhumana práctica del Caribe Sudamericano.

“Cuando no hubo en el pueblo ningún otro hombre que pudiera pagar algo por el amor de Eréndira, la abuela se la llevó a un camión de carga hacia los rumbos del contrabando. (Pg.103)

Eréndira, la siempre cándida, había sido tratada como la criada de su abuela tras la muerte de su padre; y hacía del hogar de la matriarca, la mejor estancia donde yacía su mal trato, su abuso y su desalmado corazón para su nieta bastarda. Resulta que una noche, por su tan acostumbrada acción de dormir despierta, Eréndira cayó en sueño sin recordar el apagar la llama del candelabro. Pocos minutos después, la casa de los que fueron en vida los Amadises (esposo de la abuela y padre de Eréndira) ardía en llamas. La abuela no encontró peor remedio, para tal desgracia ocasionado por la cansada niña, que la prostitución de la misma

“Cuando la abuela se convenció de que quedaba muy pocas cosas intactas entre los escombros, miró a la nieta con una lástima sincera.

- Mi pobre niña - suspiró -. No te alcanzará la vida para pagarme este percance.” (Pg. 101)

Se dice que el amor es uno de los pocos sentimientos - por no decir el único - que propicia el cambio radical de una historia. Cuando Eréndira conoce a Ulises, brota en ella el mecanismo de supervivencia natural y tan propia de los seres que viven despiertos, que llega a comprender que su miserable realidad no es algo a lo que ella deba vivir adaptada; en ese momento, que decide dibujar en su mente un nuevo rumbo para su vida.

“Pero Ulises no la oyó, porque Eréndira lo había querido tanto, y con tanta verdad, que lo volvió a querer por la mitad de su precio mientras la abuela deliraba, y lo siguió  queriendo sin dinero hasta el amanecer.”

Con todo esto, es necesario recalcar que la historia de Eréndira no es de aquellas novelas de corte romántico que termina en un feliz para siempre.

La llamó a gritos pero no recibió ninguna respuesta. Se arrastró hasta la entrada de la carpa, y vio que Eréndira  empezaba a correr por la orilla del mar en dirección opuesta a la ciudad. Entonces hizo un último esfuerzo para perseguirla, llamándola con unos gritos desgarrados que ya no eran de amante sino de hijo, pero lo venció el terrible agotamiento de haber matado a una mujer sin ayuda de nadie. Los indios de la abuela lo alcanzaron tirado bocabajo en la playa, llorando de soledad y miedo. Eréndira  no lo había oído. Iba corriendo contra el viento, más veloz que un venado, y ninguna voz de este mundo la podía detener. (Pg. 158)

La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada (1972) es uno de los siete cuentos que Gabriel García Márquez reunió en un libro que tiene por nombre a este mismo título; y pues en todos ellos, el autor muestra una diferente cosmovisión de la realidad que observa y registra como escritor. En sus primeras publicaciones se siente a Colombia (la tierra del autor) como contexto de la trama narrada; se cuenta clara y poéticamente, la realidad político-social del país que vio nacer al premio nobel. Todo gira alrededor de tal idiosincrasia En cambio, en esta novela larga o cuento corto, García Márquez no solo denuncia la prostitución de una niña de tan solo catorce años que estuvo bajo el mal trato de su propia sangre, su abuela, por más de cinco años. Si no que también expone la posible metáfora en la que Latinoamérica (tantas veces prostituida y despreciada por las grandes potencias del mundo) puede ser libre en algún momento. América Latina sí se puede liberar de las grandes manipulaciones económicas - a causa de la riqueza que aflora en sus tierras – y emanciparse de la explotación y abuso político. Aquí se manifiesta un sueño escondido del autor entre líneas.

“- Cuando yo te falte – prosiguió la abuela -, no quedarás a merced de los hombres, porque tendrás tu casa propia en una ciudad de importancia. Serás libre y feliz.

Era una visión nueva e imprevista del porvenir.” (Pg. 145)

El realismo mágico de García Márquez está dotado de poesía; de tal manera, que el relato de los duros y amargos sucesos ocurridos con la cándida Eréndira sometida por su abuela a vender su cuerpo se torna digerible. La lectura se vuelve tristemente apacible, carente de morbo y con una chispa colosal de atracción, por saber en qué concluye la desdichada suerte de esta pobre niña.

“Ella le resistió con un arañazo en la cara y volvió a gritar en silencio, y él le respondió con una bofetada solemne que la levantó del suelo y la hizo flotar un instante en el aire con el largo  cabello de medusa ondulado en el vacío, la abrazó por la cintura antes de que volviera a pisar la tierra, la derribó dentro de la hamaca con un golpe brutal, y la inmovilizó con las rodillas. Eréndira sucumbió entonces al terror, perdió el sentido, y se quedó como fascinada con las franjas de luna de un pescado que pasó navegando en el aire de la tormenta, mientras el viudo la desnudaba  desgarrándole la ropa con zarpazos espaciados, como arrancando hierba, desbaratándosela en largas tiras de colores que ondulaban como serpentinas y se iban con el viento.” (Pg. 103)

Los personajes y acontecimientos de las novelas y cuentos de García Márquez siempre fueron, de alguna u otra manera, parte de su realidad. Si bien es cierto que el realismo mágico intensifica lo real de las situaciones narradas y expone de manera mágica (como quien le busca la belleza a las cosas) lo que en verdad está sucediendo; muchos de los que leyeron al autor de Cien años de Soledad, creyeron - en los primeros años de su trayectoria como escritor publicado – que todas esas historias que el autor escribía eran mera creación mágica gracias a la imaginación de García Márquez. Pues debo decir que en casi todas sus historias El Gabo era el más invisible de los personajes entre todos. En el penúltimo apartado de esta obra que reseño hoy, dice:

“Las conocí por esa época, que fue la de más grande esplendor, aunque no había de escudriñar los pormenores de su vida, sino muchos años después (…) atravesamos la frontera. Allí estaba la carpa del amor errante, bajo los lienzos de letreros colgados: Eréndira es mejor. Vaya y vuelva. Eréndira lo espera. Esto no es vida sin Eréndira. La fila interminable y ondulante, compuesta por hombres de razas y condiciones diversas, parecía una serpiente de vértebras humanas que dormitaba a través de solares y plazas, por entre bazares abigarrados y mercados ruidosos, y se salía de las calles de aquella ciudad fragosa de traficantes de paso.” (Pg. 141)

Algo que no puedo dejar de comentar en esta parte final de mi reseña es lo antagónico que puede resultar cada uno de los procesos psicológicos de las protagonistas de esta novela larga o cuento corto. Mientras Eréndira comunica lo que cree y siente necesario por medio de la palabra; su abuela desalmada, expresa despierta, dormida y en cantos lo que le place. Aquí hay una contraposición entre la necesidad de hablar y el placer mismo de la acción. Sin embargo, se vuelve preciso concentrarnos en la situación que envuelve la trama de esta obra en narrativa. Con la frase yo soy yo y mis circunstancias, el filósofo español José Ortega y Gasset (1883-1955) sintetizó la creencia de que los seres humanos no pueden ser aislados de sus circunstancias; por ende, mientras para la abuela de Eréndira el hablar era un placer “necesario”, impertinente, desalmado y hasta maldito debido a las circunstancias de explotación en la que ella se encontraba, para la cándida niña prostituida el hablar es un lujo y es por eso que bajo tales circunstancias de sometimiento tal proceder se vuelve una necesidad de explotar, de gritar, de escapar.

Bibliografía: La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada. Edición DE 2017 de DEBOLSILLO

Un escritor peligroso que llega una vez cada treinta años.

 

- Reseña del poemario LA GUERRILLA ELEGANTE de José Natsuhara -

Por Karina Medina

José Natsuhara se siente un escritor peligroso; pero en la guerrilla se le vuelve preciso, tomar de la cintura a la elegancia y asegurarse de que esta será su eterna mujer. Pero también se asegura de que por la vida - la guerrilla - los últimos pobladores de este planeta no lo confundan como un poeta más de los tantos que abundan en el globo porque, a ciencia cierta, los detesta.

Natsuhara es soberbio, sin vergüenza, vulgar, pasional pero es purito amor; y esto último justifica sus letras y la postura que presenta en su obra poética. Porque tiene a la poesía bien en alto aunque a veces el lector pueda sentirse aludido y con el pudor activado. Al fin y al cabo, la sinceridad es su pañuelo y la libertad su estandarte. Y pues de eso se trata la poesía: de la libertad de escribir aunque lo dicho agrade tan solo a uno + uno.

Hay algo de trueno en mi lapicero

que me convierte en un escritor peligroso

esta transparencia

(…)

que tanto daño le han causado

a los viejos de este oficio

y a las jóvenes promesas

yo he pecado, hermanos

y su miedo es justificado

hay un minotauro golpeando las 4 esquinas

derrumbando sus torpes poemarios

afilando su cuerno

señalando la tragedia

de este país

que ha encontrado el amor

pero a nadie quien se atreva a cantarlo

ese poeta que llega una vez cada 30 años

(…) 

La Guerrilla Elegante es un conjunto de poemas en el que el autor saca a flote la personalidad de todos sus personajes interiores. Natsuhara se descubre constantemente y, por lo visto, se conoce lo suficiente; y es justamente por esta virtud que posee, que los poemas de esta obra contienen personajes que comparten curiosamente un mismo carácter. El yo personal es un varón que está en un estado de indignación/excitación constante por asuntos que aborda a manera de espectador. Pero José Natsuhara es un espectador involucrado, porque a pesar de lo renegado que está por tanto chistoso que anda suelto por ahí, forma parte de la escena, del espectáculo teatral, de la comunidad y la colectividad que es la poesía. Todo lo anteriormente mencionado se justifica en la catarsis que muestra por medio de su poesía. El autor se ha vuelto un participante activo en lugar de ser un voyeur pasivo, protesta por todo, se ha vuelto mujer, vuelve a ser un hombre otra vez  y se vuelve a percibir a sí mismo en la escena del crimen donde la poesía es la única víctima.

Ante tales superhumanos del pasado ¿Qué respeto puede mostrar la comunidad ahora que la poesía no está vinculada a la magia? En todos los continentes han existido “guerrillas” que han empleado la magia de las palabras como un arma en forma de resistencia: maldiciones, rituales, posesiones, invocación de tempestades.

¿Han visto alguno de estos prodigios en un recital? Es improbable, y sólo por eso se debería dudar de quienes reciten poemas ante el público.

Mínimamente, deberíamos coserles de una buena vez el hocico antes de reconocernos dentro de esta “tradición” poética.

Entonces, en vez de tratar al poeta como sirviente, el público, tras un recital, debe salir cagado en los pantalones y a rastras del local, pensándoselo dos veces antes de regresar a un espacio donde se realicen estas invocaciones.

 

En la conclusión formulada por Platón en cuanto al discurso poético, las artes y el espectáculo, el eterno filósofo dijo que la poesía es el lugar donde, unos ignorantes son invitados a ver a unos hombres que sufren. Acotó que lo que la escena poética/ teatral ofrece es el espectáculo de un pathos, la manifestación de una enfermedad, la del deseo y del sufrimiento, es decir, de la división de sí que resulta de la ignorancia. Considerando tal discurso, la deducción lógica que me aborda es que tal enojo mora también en el corazón del autor de La Guerrilla Elegante. Es por eso que  Natsuhara se convierte en un apóstol de aquella poesía que se hace a los gentiles y aborda los temas de la guerrilla cotidiana como parte de sus versos pasionales. De esta manera, como suplicaba Artaud al espectador/artista/poeta, Natsuhara asegura su participación vital en una sociedad de la que analiza en cada segundo de su latir y escribe sobre ella mientras la contempla bajo diferentes enfoques.

Mi nombre es Claudia Timaná, pero puedes llamarme Babel. (...)

Mis piernas son gruesos fierros hundiéndose en la tierra y elevándose

por los aires con el swing de una ramera ascendiendo a los infiernos.

Mi piel es una mezcla de cemento y elementos punzocortantes

bañados en virus informáticos, peste y enfermedades fantásticas.

Mis huesos son una maquinaria de arte marcial peso Fatal Fury.

Y mi cabeza es una azotea desde la que se lanzan de cabeza los

superhéroes negativos, a 1 000 kilómetros por hora,

y desde la que contemplo el Imperio.

Este es el tiempo de la audacia.

Y me declaro la primera mujer en escribir poesía.

Que cada quien tome lo que le pertenece.

Los 51 poemas de la Guerrilla Elegante tienen temas diversos pero lo cierto es que en todos ellos el yo lírico se muestra (y no puede evitarlo) como un animal que no puede con su genio. Es tiernamente sexual, enamoradizo y contemplativo; y aunque se aborden temas póliticos y sociales, los personajes principales de los poemas se sitúan en escenarios cotidianos, explotan en sensaciones cien por ciento reales haciendo que el lector se sienta identificado. En todos los poemas se siente el ritmo de José aunque abandone el nombre.

Cierra tu boca José,

ve,

a comerte la ternura

al gras,

reclama 2 salchipollos

cualquier huevada

pero vete

lejos

o te morirás de amor. 

El poemario se divide en cinco partes y cada cual lleva por nombre un título bastante peculiar. Sin embargo, no hay un tema en específico que se aborde únicamente en cada apartado; todo lo contrario, el ritmo de la prosa y el verso de Natsuhara tiende a desbordarse con la misma armonía y el mismo latir en toda la obra completa.

Siempre he creído que los poemas escritos por un poeta consciente no tienen necesariamente que mostrar la realidad del autor. Sabemos, a estas alturas del juego, que el yo personal se revela en el ritmo de una obra poética completa. El yo lirico son los personajes y sus discursos, sus explosiones, sus catarsis, sus clímax y sus voces en función al yo personal. Pero todas las piezas de un poemario si contienen, obligatoriamente, el ritmo del autor. El ritmo de la obra poética de un autor, de un escritor contestatario, de un poeta animal es el boom boom de su corazón y de sus genitales. Conforme late la poesía de un escritor rebelado, así mismo late este mientras hace el amor, mientras come, mientras expulsa sus necesidades orgánicas. Fue agarrándome de esta premisa que pude entender la poesía de José Natsuhara. Porque el autor quiere escribir en verso pero su pasión desbordada lo expone a una prosa larga y completa con un ritmo golpeador mitad rockanrolero, mitad cumbiambero. Esto es alucinante porque le permite al lector mantenerse en la sensación constante de que se encuentra de pie en el límite de la elegancia y la informalidad de la expresión del verso. Pero jamás en la huachafería.

Lodo en la Armenia del esclavo, zumbido de trompos en el oído de

los emperadores que venden cigarrillos

y demás souveniers a los poetas.

(…)

Lodo en mi Armenia de años mozos,

quiero pensar que el chiste es un balazo,

y que los cadáveres que se apilan en este holocausto muy lejos de mi Lima,

no son otra cosa que fantasmas del smog de los volkswagen.

(…)

Yo no soy un hombre sencillo,

aun cuando estoy frente al tanque de Tiannamen, soy un Dios,

mi glande es un astro que gira alrededor de mis ojos

de maldito genio. Y mi orgullo es

fantástico como su caída sobre el mantel recién lavado de tu mesa.

 

Imagino que Natsuhara se siente un Superman como lo dice uno de sus poemas en el apartado que lleva por título Usa tu poemario para encender una parrilla. Y está bien porque más vale estar contento uno mismo con lo que escribe. No sé por qué pero presiento que en este país cuando uno más dice la verdad, más se nos rechaza. Pero ¿Qué le vamos a hacer? Algún día, realmente espero que algún día, todo poeta sea un buen lector y crítico a la vez. Más nos vale no solo leer, sino también entender lo que leemos; y en esto cito las referencias de Natsuhara en la que habla de aquellos quienes le ayudaron a escribir La Guerrilla Elegante: Cesar Vallejo, Luis Hernández, Estela Chambi, Abraham Valdelomar, Guillermo Chirinos, Rodolfo Hinostroza, José Watanabe, Alberto Hidalgo, Maria Emilia Cornejo, Enrique Verástegui, Flaviana Sensi, Martín Adán, Cristobal Campofé, Blanca Varela, etc.

Y citando a Natsuhara, hablando Varela, me despido.

Varela, Blanca. (1926: Lima). alcanza el satori. & la ecuanimidad se origina en lo profundo del corazón de un recuento fragmentado del talento: Perú.

El rocío de la jora & el sudor espléndido de un mochica enfurecido. / Don’t touch me, I’m a real live wire /. Yo no opto por las antologías, opto por los panteones & la consecuente guerra todos contra todos, la eugenesia literaria. & fue menester una chamba ardua en la que mis nalgas se coronaron de músculos & los días & las noches cayeron sobre mi escritorio, sobre la bitácora de viaje, en cada uno de los ojos desorbitados de la infamia & la impaciencia. Varela se deshizo de esta pose que arrastró medio país por el desagüe, la bohemia, el destino trágico, la debilidad de los albatros, la feria clown multitudinaria de las artes, las familias disfuncionales & su prosopagnosia, la histérica voz de la razón emputecida por la liquid society & aquí estamos, aquí resistimos & almorzamos cuy chactado.

 

"Ya no puedo darte el corazón. Iré donde quieran mis botas."

NADA

no sabes nada de mí no haces nada por mí no me cuidas no me descuidas no te expresas me ignoras no me ignoras ...