domingo, 22 de noviembre de 2020

El viento real de la mágica desgracia

 


- Reseña del cuento La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada de Gabriel García Márquez -

Por Karina Medina

“Eréndira estaba bañando a la abuela cuando empezó el viento de su desgracia.” (Pg. 95)

A pesar de que la novela corta o cuento largo La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada (1972) tiene la belleza de las letras de un Gabriel García Marques mucho más maduro, esta no deja de ser una historia que muestra, por donde se le observe y analice, las tantas caras de la desgracia a flor de piel.

En esta obra, el autor toca como tema principal la prostitución infantil; su narración detallista, la descripción amplificada de los asuntos relacionados al tema y el hecho de desmenuzar las situaciones relatadas nos permite conocer muy de cerca sobre esta inhumana práctica del Caribe Sudamericano.

“Cuando no hubo en el pueblo ningún otro hombre que pudiera pagar algo por el amor de Eréndira, la abuela se la llevó a un camión de carga hacia los rumbos del contrabando. (Pg.103)

Eréndira, la siempre cándida, había sido tratada como la criada de su abuela tras la muerte de su padre; y hacía del hogar de la matriarca, la mejor estancia donde yacía su mal trato, su abuso y su desalmado corazón para su nieta bastarda. Resulta que una noche, por su tan acostumbrada acción de dormir despierta, Eréndira cayó en sueño sin recordar el apagar la llama del candelabro. Pocos minutos después, la casa de los que fueron en vida los Amadises (esposo de la abuela y padre de Eréndira) ardía en llamas. La abuela no encontró peor remedio, para tal desgracia ocasionado por la cansada niña, que la prostitución de la misma

“Cuando la abuela se convenció de que quedaba muy pocas cosas intactas entre los escombros, miró a la nieta con una lástima sincera.

- Mi pobre niña - suspiró -. No te alcanzará la vida para pagarme este percance.” (Pg. 101)

Se dice que el amor es uno de los pocos sentimientos - por no decir el único - que propicia el cambio radical de una historia. Cuando Eréndira conoce a Ulises, brota en ella el mecanismo de supervivencia natural y tan propia de los seres que viven despiertos, que llega a comprender que su miserable realidad no es algo a lo que ella deba vivir adaptada; en ese momento, que decide dibujar en su mente un nuevo rumbo para su vida.

“Pero Ulises no la oyó, porque Eréndira lo había querido tanto, y con tanta verdad, que lo volvió a querer por la mitad de su precio mientras la abuela deliraba, y lo siguió  queriendo sin dinero hasta el amanecer.”

Con todo esto, es necesario recalcar que la historia de Eréndira no es de aquellas novelas de corte romántico que termina en un feliz para siempre.

La llamó a gritos pero no recibió ninguna respuesta. Se arrastró hasta la entrada de la carpa, y vio que Eréndira  empezaba a correr por la orilla del mar en dirección opuesta a la ciudad. Entonces hizo un último esfuerzo para perseguirla, llamándola con unos gritos desgarrados que ya no eran de amante sino de hijo, pero lo venció el terrible agotamiento de haber matado a una mujer sin ayuda de nadie. Los indios de la abuela lo alcanzaron tirado bocabajo en la playa, llorando de soledad y miedo. Eréndira  no lo había oído. Iba corriendo contra el viento, más veloz que un venado, y ninguna voz de este mundo la podía detener. (Pg. 158)

La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada (1972) es uno de los siete cuentos que Gabriel García Márquez reunió en un libro que tiene por nombre a este mismo título; y pues en todos ellos, el autor muestra una diferente cosmovisión de la realidad que observa y registra como escritor. En sus primeras publicaciones se siente a Colombia (la tierra del autor) como contexto de la trama narrada; se cuenta clara y poéticamente, la realidad político-social del país que vio nacer al premio nobel. Todo gira alrededor de tal idiosincrasia En cambio, en esta novela larga o cuento corto, García Márquez no solo denuncia la prostitución de una niña de tan solo catorce años que estuvo bajo el mal trato de su propia sangre, su abuela, por más de cinco años. Si no que también expone la posible metáfora en la que Latinoamérica (tantas veces prostituida y despreciada por las grandes potencias del mundo) puede ser libre en algún momento. América Latina sí se puede liberar de las grandes manipulaciones económicas - a causa de la riqueza que aflora en sus tierras – y emanciparse de la explotación y abuso político. Aquí se manifiesta un sueño escondido del autor entre líneas.

“- Cuando yo te falte – prosiguió la abuela -, no quedarás a merced de los hombres, porque tendrás tu casa propia en una ciudad de importancia. Serás libre y feliz.

Era una visión nueva e imprevista del porvenir.” (Pg. 145)

El realismo mágico de García Márquez está dotado de poesía; de tal manera, que el relato de los duros y amargos sucesos ocurridos con la cándida Eréndira sometida por su abuela a vender su cuerpo se torna digerible. La lectura se vuelve tristemente apacible, carente de morbo y con una chispa colosal de atracción, por saber en qué concluye la desdichada suerte de esta pobre niña.

“Ella le resistió con un arañazo en la cara y volvió a gritar en silencio, y él le respondió con una bofetada solemne que la levantó del suelo y la hizo flotar un instante en el aire con el largo  cabello de medusa ondulado en el vacío, la abrazó por la cintura antes de que volviera a pisar la tierra, la derribó dentro de la hamaca con un golpe brutal, y la inmovilizó con las rodillas. Eréndira sucumbió entonces al terror, perdió el sentido, y se quedó como fascinada con las franjas de luna de un pescado que pasó navegando en el aire de la tormenta, mientras el viudo la desnudaba  desgarrándole la ropa con zarpazos espaciados, como arrancando hierba, desbaratándosela en largas tiras de colores que ondulaban como serpentinas y se iban con el viento.” (Pg. 103)

Los personajes y acontecimientos de las novelas y cuentos de García Márquez siempre fueron, de alguna u otra manera, parte de su realidad. Si bien es cierto que el realismo mágico intensifica lo real de las situaciones narradas y expone de manera mágica (como quien le busca la belleza a las cosas) lo que en verdad está sucediendo; muchos de los que leyeron al autor de Cien años de Soledad, creyeron - en los primeros años de su trayectoria como escritor publicado – que todas esas historias que el autor escribía eran mera creación mágica gracias a la imaginación de García Márquez. Pues debo decir que en casi todas sus historias El Gabo era el más invisible de los personajes entre todos. En el penúltimo apartado de esta obra que reseño hoy, dice:

“Las conocí por esa época, que fue la de más grande esplendor, aunque no había de escudriñar los pormenores de su vida, sino muchos años después (…) atravesamos la frontera. Allí estaba la carpa del amor errante, bajo los lienzos de letreros colgados: Eréndira es mejor. Vaya y vuelva. Eréndira lo espera. Esto no es vida sin Eréndira. La fila interminable y ondulante, compuesta por hombres de razas y condiciones diversas, parecía una serpiente de vértebras humanas que dormitaba a través de solares y plazas, por entre bazares abigarrados y mercados ruidosos, y se salía de las calles de aquella ciudad fragosa de traficantes de paso.” (Pg. 141)

Algo que no puedo dejar de comentar en esta parte final de mi reseña es lo antagónico que puede resultar cada uno de los procesos psicológicos de las protagonistas de esta novela larga o cuento corto. Mientras Eréndira comunica lo que cree y siente necesario por medio de la palabra; su abuela desalmada, expresa despierta, dormida y en cantos lo que le place. Aquí hay una contraposición entre la necesidad de hablar y el placer mismo de la acción. Sin embargo, se vuelve preciso concentrarnos en la situación que envuelve la trama de esta obra en narrativa. Con la frase yo soy yo y mis circunstancias, el filósofo español José Ortega y Gasset (1883-1955) sintetizó la creencia de que los seres humanos no pueden ser aislados de sus circunstancias; por ende, mientras para la abuela de Eréndira el hablar era un placer “necesario”, impertinente, desalmado y hasta maldito debido a las circunstancias de explotación en la que ella se encontraba, para la cándida niña prostituida el hablar es un lujo y es por eso que bajo tales circunstancias de sometimiento tal proceder se vuelve una necesidad de explotar, de gritar, de escapar.

Bibliografía: La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada. Edición DE 2017 de DEBOLSILLO

Un escritor peligroso que llega una vez cada treinta años.

 

- Reseña del poemario LA GUERRILLA ELEGANTE de José Natsuhara -

Por Karina Medina

José Natsuhara se siente un escritor peligroso; pero en la guerrilla se le vuelve preciso, tomar de la cintura a la elegancia y asegurarse de que esta será su eterna mujer. Pero también se asegura de que por la vida - la guerrilla - los últimos pobladores de este planeta no lo confundan como un poeta más de los tantos que abundan en el globo porque, a ciencia cierta, los detesta.

Natsuhara es soberbio, sin vergüenza, vulgar, pasional pero es purito amor; y esto último justifica sus letras y la postura que presenta en su obra poética. Porque tiene a la poesía bien en alto aunque a veces el lector pueda sentirse aludido y con el pudor activado. Al fin y al cabo, la sinceridad es su pañuelo y la libertad su estandarte. Y pues de eso se trata la poesía: de la libertad de escribir aunque lo dicho agrade tan solo a uno + uno.

Hay algo de trueno en mi lapicero

que me convierte en un escritor peligroso

esta transparencia

(…)

que tanto daño le han causado

a los viejos de este oficio

y a las jóvenes promesas

yo he pecado, hermanos

y su miedo es justificado

hay un minotauro golpeando las 4 esquinas

derrumbando sus torpes poemarios

afilando su cuerno

señalando la tragedia

de este país

que ha encontrado el amor

pero a nadie quien se atreva a cantarlo

ese poeta que llega una vez cada 30 años

(…) 

La Guerrilla Elegante es un conjunto de poemas en el que el autor saca a flote la personalidad de todos sus personajes interiores. Natsuhara se descubre constantemente y, por lo visto, se conoce lo suficiente; y es justamente por esta virtud que posee, que los poemas de esta obra contienen personajes que comparten curiosamente un mismo carácter. El yo personal es un varón que está en un estado de indignación/excitación constante por asuntos que aborda a manera de espectador. Pero José Natsuhara es un espectador involucrado, porque a pesar de lo renegado que está por tanto chistoso que anda suelto por ahí, forma parte de la escena, del espectáculo teatral, de la comunidad y la colectividad que es la poesía. Todo lo anteriormente mencionado se justifica en la catarsis que muestra por medio de su poesía. El autor se ha vuelto un participante activo en lugar de ser un voyeur pasivo, protesta por todo, se ha vuelto mujer, vuelve a ser un hombre otra vez  y se vuelve a percibir a sí mismo en la escena del crimen donde la poesía es la única víctima.

Ante tales superhumanos del pasado ¿Qué respeto puede mostrar la comunidad ahora que la poesía no está vinculada a la magia? En todos los continentes han existido “guerrillas” que han empleado la magia de las palabras como un arma en forma de resistencia: maldiciones, rituales, posesiones, invocación de tempestades.

¿Han visto alguno de estos prodigios en un recital? Es improbable, y sólo por eso se debería dudar de quienes reciten poemas ante el público.

Mínimamente, deberíamos coserles de una buena vez el hocico antes de reconocernos dentro de esta “tradición” poética.

Entonces, en vez de tratar al poeta como sirviente, el público, tras un recital, debe salir cagado en los pantalones y a rastras del local, pensándoselo dos veces antes de regresar a un espacio donde se realicen estas invocaciones.

 

En la conclusión formulada por Platón en cuanto al discurso poético, las artes y el espectáculo, el eterno filósofo dijo que la poesía es el lugar donde, unos ignorantes son invitados a ver a unos hombres que sufren. Acotó que lo que la escena poética/ teatral ofrece es el espectáculo de un pathos, la manifestación de una enfermedad, la del deseo y del sufrimiento, es decir, de la división de sí que resulta de la ignorancia. Considerando tal discurso, la deducción lógica que me aborda es que tal enojo mora también en el corazón del autor de La Guerrilla Elegante. Es por eso que  Natsuhara se convierte en un apóstol de aquella poesía que se hace a los gentiles y aborda los temas de la guerrilla cotidiana como parte de sus versos pasionales. De esta manera, como suplicaba Artaud al espectador/artista/poeta, Natsuhara asegura su participación vital en una sociedad de la que analiza en cada segundo de su latir y escribe sobre ella mientras la contempla bajo diferentes enfoques.

Mi nombre es Claudia Timaná, pero puedes llamarme Babel. (...)

Mis piernas son gruesos fierros hundiéndose en la tierra y elevándose

por los aires con el swing de una ramera ascendiendo a los infiernos.

Mi piel es una mezcla de cemento y elementos punzocortantes

bañados en virus informáticos, peste y enfermedades fantásticas.

Mis huesos son una maquinaria de arte marcial peso Fatal Fury.

Y mi cabeza es una azotea desde la que se lanzan de cabeza los

superhéroes negativos, a 1 000 kilómetros por hora,

y desde la que contemplo el Imperio.

Este es el tiempo de la audacia.

Y me declaro la primera mujer en escribir poesía.

Que cada quien tome lo que le pertenece.

Los 51 poemas de la Guerrilla Elegante tienen temas diversos pero lo cierto es que en todos ellos el yo lírico se muestra (y no puede evitarlo) como un animal que no puede con su genio. Es tiernamente sexual, enamoradizo y contemplativo; y aunque se aborden temas póliticos y sociales, los personajes principales de los poemas se sitúan en escenarios cotidianos, explotan en sensaciones cien por ciento reales haciendo que el lector se sienta identificado. En todos los poemas se siente el ritmo de José aunque abandone el nombre.

Cierra tu boca José,

ve,

a comerte la ternura

al gras,

reclama 2 salchipollos

cualquier huevada

pero vete

lejos

o te morirás de amor. 

El poemario se divide en cinco partes y cada cual lleva por nombre un título bastante peculiar. Sin embargo, no hay un tema en específico que se aborde únicamente en cada apartado; todo lo contrario, el ritmo de la prosa y el verso de Natsuhara tiende a desbordarse con la misma armonía y el mismo latir en toda la obra completa.

Siempre he creído que los poemas escritos por un poeta consciente no tienen necesariamente que mostrar la realidad del autor. Sabemos, a estas alturas del juego, que el yo personal se revela en el ritmo de una obra poética completa. El yo lirico son los personajes y sus discursos, sus explosiones, sus catarsis, sus clímax y sus voces en función al yo personal. Pero todas las piezas de un poemario si contienen, obligatoriamente, el ritmo del autor. El ritmo de la obra poética de un autor, de un escritor contestatario, de un poeta animal es el boom boom de su corazón y de sus genitales. Conforme late la poesía de un escritor rebelado, así mismo late este mientras hace el amor, mientras come, mientras expulsa sus necesidades orgánicas. Fue agarrándome de esta premisa que pude entender la poesía de José Natsuhara. Porque el autor quiere escribir en verso pero su pasión desbordada lo expone a una prosa larga y completa con un ritmo golpeador mitad rockanrolero, mitad cumbiambero. Esto es alucinante porque le permite al lector mantenerse en la sensación constante de que se encuentra de pie en el límite de la elegancia y la informalidad de la expresión del verso. Pero jamás en la huachafería.

Lodo en la Armenia del esclavo, zumbido de trompos en el oído de

los emperadores que venden cigarrillos

y demás souveniers a los poetas.

(…)

Lodo en mi Armenia de años mozos,

quiero pensar que el chiste es un balazo,

y que los cadáveres que se apilan en este holocausto muy lejos de mi Lima,

no son otra cosa que fantasmas del smog de los volkswagen.

(…)

Yo no soy un hombre sencillo,

aun cuando estoy frente al tanque de Tiannamen, soy un Dios,

mi glande es un astro que gira alrededor de mis ojos

de maldito genio. Y mi orgullo es

fantástico como su caída sobre el mantel recién lavado de tu mesa.

 

Imagino que Natsuhara se siente un Superman como lo dice uno de sus poemas en el apartado que lleva por título Usa tu poemario para encender una parrilla. Y está bien porque más vale estar contento uno mismo con lo que escribe. No sé por qué pero presiento que en este país cuando uno más dice la verdad, más se nos rechaza. Pero ¿Qué le vamos a hacer? Algún día, realmente espero que algún día, todo poeta sea un buen lector y crítico a la vez. Más nos vale no solo leer, sino también entender lo que leemos; y en esto cito las referencias de Natsuhara en la que habla de aquellos quienes le ayudaron a escribir La Guerrilla Elegante: Cesar Vallejo, Luis Hernández, Estela Chambi, Abraham Valdelomar, Guillermo Chirinos, Rodolfo Hinostroza, José Watanabe, Alberto Hidalgo, Maria Emilia Cornejo, Enrique Verástegui, Flaviana Sensi, Martín Adán, Cristobal Campofé, Blanca Varela, etc.

Y citando a Natsuhara, hablando Varela, me despido.

Varela, Blanca. (1926: Lima). alcanza el satori. & la ecuanimidad se origina en lo profundo del corazón de un recuento fragmentado del talento: Perú.

El rocío de la jora & el sudor espléndido de un mochica enfurecido. / Don’t touch me, I’m a real live wire /. Yo no opto por las antologías, opto por los panteones & la consecuente guerra todos contra todos, la eugenesia literaria. & fue menester una chamba ardua en la que mis nalgas se coronaron de músculos & los días & las noches cayeron sobre mi escritorio, sobre la bitácora de viaje, en cada uno de los ojos desorbitados de la infamia & la impaciencia. Varela se deshizo de esta pose que arrastró medio país por el desagüe, la bohemia, el destino trágico, la debilidad de los albatros, la feria clown multitudinaria de las artes, las familias disfuncionales & su prosopagnosia, la histérica voz de la razón emputecida por la liquid society & aquí estamos, aquí resistimos & almorzamos cuy chactado.

 

lunes, 26 de octubre de 2020

El poeta: el poseído por el verso



- Reseña del poemario RASTRO DE CARACOL de Abelardo Sánchez León -

Por Karina Medina

En Rastro de Caracol Abelardo Sánchez León le sigue el rastro a la letra, persigue todas sus sendas, indaga la naturaleza de esta y expone de manera muy bien teatralizada el vínculo que esta tiene con el poeta.

Si quisiéramos dar una definición general de lo que el autor nos muestra en el todo de esta obra, podríamos decir que esta publicación nos muestra a un Sánchez León liberado de atavíos, despojado del prejuicio de lo que se pudo en algún momento considerar lo que era un poeta. El autor se saca el disfraz - y cuando digo disfraz no me refiero a una postura propia y cínica de antaño; más bien me refiero a lo que la sociedad podría haberse construido como concepto de poeta – y muestra las bellezas y miserias de un apasionado escritor: el poeta.

Tengo la impresión casi acertada de que Sánchez León intenta decirnos que la poesía no es tan solo la musa que anda por ahí inspirando a escribidores para alimentarles el alma. Todo lo contrario. En Rastro de Caracol se siente una apasionada protesta que no parece protesta por lo bien que las imágenes redondean a los conceptos sociales mencionados en su prosa; pues la genuina comparación altamente creativa, es puesta por el autor en el verso indicado.

Para Sánchez León la honestidad es lo que debe primar en los versos: la verdad sin caretas, la mera confrontación de la letra en una sociedad que carece de reconocimiento por el poeta; y en el afán de huir de sus diáfanas revelaciones, le maltrata.

El poemario se divide en tres apartados. En la primera parte el autor manifiesta el corazón abatido y angustiado del poeta. Expone su necesidad, impuesta en sus miembros y su alma, de escribir. Se siente en cada línea de los poemas en prosa la responsabilidad que tiene el autor por la escritura. En el poema de De Cal y de Arena se refleja claramente:

Quienes poseídos escriben versos; los que creían en las virtudes, en el espanto, en el engaño; quiénes los depositarios de ese don, de esa maravilla, vocación, talento, bondadoso espíritu; místicos viciosos, trúhanes, exploradores de indios, (…) los negociantes de la conciencia, los políticos, los curas, las familias (…)

Hay un llamado de atención a la sociedad por saber quién está con él. Quién ha de creer en el buen uso de los versos; del poema como vínculo con el sentimiento social.

Antiguo enigma; los que crean en la justicia y en el castigo, en los códigos y las leyes del hombre, en la vigencia de la horca, el patíbulo, que no crean en los funcionamientos de los versos.

En Carne Viva (segundo poema del primer apartado y a mi parecer uno de los más importantes de esta obra) Sánchez León hace mención de aquello que le fastidia y que aún mora en su ser, de alguna u otra manera, pero de lo cual se piensa deshacer por medio de la escritura; sobre el papel. Una vez más podemos notar la importancia de su vocación que no solo funciona como proceso liberador; sino también como un presunto llamado de atención. Pues es aquí donde el autor nos otorga una lluvia de razones subliminales por lo que la escritura se vuelve importante en la vida del poeta.  Se quiere liberar de la consciencia puritana, de los remordimientos y culpas. ¡Qué mejor que la literatura para arrojar antiguas manías!

Las musas pueden fornicar a su albedrío – les otorgo su libertad, que se vayan, que no interrumpan mi vigilia. Todos fuera, no los quiero aquí; tú conciencia puritana más licenciosa que los corredores del Vaticano, llévate tus remordimientos y culpas, (…) quiero este dormitorio como al llegar. (Era liso como las palabras bien dichas…)

En A la sombra de Calígula -  poema en el que se refleja la postura del poderoso dictador el Estado, frente al rebelde voceador: el poeta – hay una muestra clara de las ideas que tiene Sánchez León sobre la tiranía del Estado opresor frente al canto coral de los poetas que no se someten a la ley y gritan por libertad por medio de poemas. Y es aquí en donde me parece a mí que el autor apela al uso contestatario de la poesía; no solamente como instrumento con fines estéticos, sino también hace alusión al fin político del poema.

Nada posee el mismo significado en estas ciencias oscuras que son las artes: esperabas encontrar acaso en mí a tu famosa alma gemela que se emocionara con tus versos, a esa persona amante de la poesía, solitaria en el vasto mundo como tú, y que lloraría y sería feliz?

En algunos otros poemas de este apartado Sánchez León libera un poco lo que en algún momento no quiso ser. Tal catarsis hace que interiorice en su persona y se rechace, se odio, se acepte y finalmente se ame como nuevo ser liberado por medio de la letra.

En la segunda parte de poemario, se muestra a la poesía como la máxima expresión. Una vez más hace hincapié en el poder de la escritura y nos muestra una manera muy intensa pero sublime de describir los sentimientos más profundos del ser. La claridad con la que están escritos los poemas de Abelardo Sánchez León me genera empatía. La poesía siempre ayuda a uno a sentirse identificado. El autor habla del amor y de la tristeza:

No puedo creer, nunca creí, que el amor es puro miedo, espanto a lo desconocido, apego a la gente en busca de protección llenos de amabilidad y encanto.

En la tercera y última del poemario, existen cuestionamientos por si vale la pena escribir. En el poema En las Caballerizas, el yo lírico muestra a un personaje maltratado y despreciado por una sociedad preponderante; entonces el autor podría preguntarse si vale de algo escribir en un país en el que no tenemos el mejor juicio social sobre la poesía, el poeta y la literatura en general. El estado opresor ¿podría avalar al poeta? Entonces dice el poeta:

- Las artes son los estímulos de la vida, su primera energía, pues la incita hacia un estado más alto, más perfecto, más justo (…)

– ¿Qué hacemos con este idiota? Va a quedarse acaso acá con las mujeres (…)

La poesía de Abelardo Sánchez León contiene una prosa densa, el autor deconstruye el diálogo a tal punto que a primera instancia no hay una lectura fluida; pero que nos insta plácidamente, a darle un propio ritmo al momento de deslizarnos por la historia del poema. El autor tiene siempre mucho que decir pero no cae en el atragantamiento de las ideas; en buena hora, mantiene la clara y ordenada descripción de los hechos en un largo clímax colmado de pasión, dolor y angustia.

En cuanto a los distintos personajes que aparecen en los poemas de Rastro de Caracol, soy consciente de que hay referencias de la mujer, de la persona homosexual y de los niños muy propio del año 1977. Cabe resaltar que no siempre la idea que se expresa en un verso sobre una persona, situación o problemática tiene que ser necesariamente la definición o consideración absoluta del yo personal. Más vale considerar que muchas veces nosotros los escritores escribimos - valga la redundancia – en primera persona para no caer en el cliché del delator. Sin embargo, no podemos negar que nuestras letras, nuestros versos, nuestros libros y nuestra obra literaria en general tienen mucho de nosotros.

 

sábado, 10 de octubre de 2020

La negra avellana y el animal

 


- Reseña del poemario CONCIERTO ANIMAL de Blanca Varela -

Por Karina Medina

En Concierto Animal, Blanca Varela es la sombra y la realidad, la raya blanca y la raya negra, la araña y la ausencia de esta, la vida y la muerte. La poeta se ha encontrado en una constante dicotomía en la que, con el pasar del tiempo, ha hallado un equilibrio. El individuo protagonista de este libro es el que se adapta al dolor por haber estado sumergido en un contexto de desconsuelo eterno. Varela se apropia de una dualidad consciente, empieza a mostrarse en sus versos como un solo cuerpo constituido por angustia y esperanza. Sin embargo, bajo esta realidad ha empezado a sentirse muerta en vida y ya ha aprendido a amarse así.

Incorpóreo paseo del sol a lo umbrío

agua música en la sombra viviente

atravieso la afilada vagina

que me guía de la ceguera a la luz

 

bajo la alta cúpula sonora

en este colosal simulacro de nido

toco el vientre marino con mi vientre

registro minuciosamente mi cuerpo

urgo mi sentimiento

estoy viva

 

Los veintiún poemas de este libro muestran al equilibrio como el estímulo de un todo. La aceptación de una realidad desolada no es la rendición, es más bien el acercamiento a un universo contemplativo del yo. Como dice José Miguel Oviedo sobre este conjunto de poemas:

En Concierto Animal, Blanca demuestra una fidelidad a sí misma y una percepción existencial de lo que pasa, tanto afuera como adentro de ella.

 

El individuo protagonista – al que conocemos como el yo lírico – se enfrenta al animal: al dolor, el infortunio, el desencanto, etc. Que en un proceso de auto aceptación se manifiesta a manera de bestia adorada, atractiva y hasta excéntrica;  para dejar de ser el cliché del Ser victimizado y amalgamarse con el éxito, con el triunfo y el confort y formar el todo del ente humano, un dualismo bello por naturaleza.

 

El animal que se revuelca en barro

está cantando

amor gruñe en su pecho

y en sucia luz envuelta

se va de fiesta

 

de allí que el matadero

sea el arco triunfal

de esta aventura

y en astrosa apariencia

se oculten la salud y la armonía

y la negra avellana             

sepulta en el garguero

lance rayos azules a los vientos

 

Podría asegurar que la negra avellana es el corazón de luto que Blanca Varela cargó desde la muerte de Lorenzo, el menor de sus hijos, en el año 1996. Fernando de Szyszlo - quien llamó a la muerte de un hijo como un acto contra natura - afirma que la mejor poesía de Blanca,  y la más oscura, empezó a escribirse después de que ambos perdieran a su hijo. Carmen Ollé, fiel lectora de Varela afirma el pesar de la poeta al considerar absurdo el seguir viviendo preocupándose de sus propios asuntos, incluso de su respirar, sin tener más que velar por la existencia de su hijo; y es aquí en donde podemos percibir el primer sentimiento de culpa manifestado en los versos, culpa que es apaciguada también en el proceso de adaptación inteligente de Varela. Es por esta razón que podemos considerar a Concierto Animal como el poemario que tiene más relación con la muerte de Lorenzo.

 

Si me escucharas

tú muerto

y yo muerta de ti

si me escucharas

 

hálito de la rueda

cencerro de la tempestad

burbujeo del cieno

 

viva sepulta de ti

con tu oído postrero

si me escucharas

 

Varela no es una poeta que narre. En esta casi última etapa de su poesía, muestra con más notoriedad esa tendencia a no explicar razones con su letra. No deconstruye los símbolos pero tampoco hace caso de ellos; más bien hace un conjuro del verso, cala por debajo de la palabra, deja al libre albedrío el entendimiento de su dolor perpetuo y funesto. Ni siquiera la muerte es un límite en Concierto Animal porque incluso en su canto da muestra de que se sentía muerta en vida.

 

(…)

la sin sombra

la muerte

como una mala madre

me tocó bajo los ojos

(…)

 

La poeta se distancia de toda clase de estereotipos. En la obra de Blanca Varela la palabra poética se desnuda de artificios para abordar su condición que es también mi condición y la de todos los que hemos experimentado la muerte. Con una forma exclusiva Varela desarrolla una propuesta estética que apela también a la reflexión; y que en su propio estilo, nos insta a  «pensar en lo pequeño y en lo inmenso».

 

Morir cada día un poco más

recortarse las uñas

el pelo

los deseos

aprender a pensar en lo pequeño

y en lo inmenso

(…)

en el cielo espantado por mí

 

 


lunes, 14 de septiembre de 2020

Horda de sentimientos precoces

 


- Reseña del poemario POEMAS AZULES de Daniel Olmedo -

Por Karina Medina

Daniel Olmedo es un joven demonio que ha sido poseído por la locura a temprana edad. Esta demencia que lo enciende cada vez que los versos se apoderan de él hace que exprese los Poemas Azules como si fuera de otra época. Definitivamente, el yo lírico de este conjunto de poemas tiene el alma color índigo y es un espíritu de otro tiempo; al cual la poesía embiste imponiéndole una necesidad de gritar.

El filósofo Platón dijo que todo aquel que se atreva a escribir poesía sin estar poseído por el delirio que este arte exige, creyendo que puede ser poeta, tan solo por el hecho de escribir de acuerdo con determinados recursos técnicos, estará muy lejos de ser un poeta verdadero, porque la poesía de los letrados siempre será eclipsada por aquella que destila locura divina. Olmedo está loco, malditamente loco; y la divinidad que lo arremete en Poemas Azules, es en definitiva una demencia bella y precoz.

 

Mi escritura me lleva

hasta el margen de la locura

donde sobo mis dolores

que diariamente me dejan moribundo

sintiendo los tormentosos temblores

que me alejan de este mundo.

 

En Poemas Azules, el autor toca temas que lo mantienen al pie del acantilado. El amor romántico, la muerte, el dios de este siglo, Dios y los dioses griegos mantienen al tope la lectura. Los versos de esta primera entrega poética no tienen el interés de caerle bien al lector; su existencia misma son la perdición del autor, que no peca en usar la técnica ni la métrica pero si utiliza algunas rimas bajo la escritura libre. El ritmo de Olmedo es como de caballos acelerados rumbo al infierno y se ponen enhiesta cuando llegan al borde de los sentimientos. Es aquí donde se logra saborear la dulzura del demonio enamorado, sexual, creyente y lleno de fe, nostálgico y cargado de esperanza; esperanza que él sabe que guarda en lo más profundo de su ser, pero que prefiere no recordar.

 

Hártense de mí dioses formidables

ni Neptuno ni sus caballos blancos detendrán

esa horda de sentimientos precoces

con la melodía de Orfeo y el poder de un titán.

 

También debo mencionar; que detrás de la locura consciente del hijo bastardo de los dioses, está la pataleta de un Daniel Olmedo con una necesidad inmensa del yo personal de manifestar su rebeldía adolescente por medio de una poesía – que como ya dije antes – tiene una voz ancestral, un estilo clásico, antiguo pero extrañamente armonioso.

 

¡Oh maldito seas Olmedo!

Esculléndome de mis peores deseos y malos pensamientos, arrimo un poco al amor que vive de mí, despertándolo soñoliento con ganas de amamantar a la humanidad, letras precoces que se cosen con mi espíritu. He aquí cuando empiezo a delirar en estos párrafos, sufridos algunos, temibles pero todos azules.

Cuando mis ángeles y demonios tienden lucha, probablemente la sangre salpicada sea belleza para vosotros.

 

Esta manifestación del joven demonio nos muestra que a su corta edad, el autor ya se siente hombre y se maravilla de lo que le ha tocado vivir a pesar del poco tiempo que lleva de peregrino en esta Tierra. Y puedo afirmar este sentir porque concuerdo con Arthur Schopenhauer cuando asevera que a excepción del hombre ningún ser se maravilla de su propia existencia. Tomaré esta palabra como literal porque no siento que Olmedo se victimice por sus dolores y gemidos; más bien creo que realmente se queda sutilmente sorprendido por su mecanismo de supervivencia.

 

A mi corta edad he vivido cosas que no debí. Pero no desaproveché aquellas oportunidades que ahora son parte del pasado y moran postradas en mi mente.

 

Así, tan ausente de estructura popular, es la poesía de Daniel Olmedo; al que yo no dejaría de considerar como esa joven promesa que no todos podríamos leer.


domingo, 23 de agosto de 2020

Dios también es mujer

 


- Reseña del poemario SOJOS de Humberto Requejo -

    Por Karina Medina

El cuestionar es una ruta que naturalmente tomamos en el paso por la vida. Ahondar en los pensamientos metafísicos, podría llegar a ser el todo del hombre; sin embargo, el no encontrar respuestas, podría envolvernos en huracanadas frustraciones que nos llevarían a un estado de indignación/depresión constante. Las heridas causadas por la investigación de lo que significa la vida, la muerte, de dónde venimos, hacia dónde vamos, Dios, el cielo, la Tierra, etc. podrían ser justificadas por medio de la poesía. Humberto Requejo justifica sus heridas muy bien y nos muestra una manera muy sublime de responderse las preguntas que su alma ha venido haciéndose en estos más de veinte años en los que ha tratado de adaptarse a este planeta.

 

La etimología de todo

ha despertado en mí

como un mar universal.

¡Ay, la ruta natural!

Hay una sensación en mis sojos,

un aforismo del futuro

del umbral diáfano del fin.

 

En la poesía de Requejo encontramos la esperanza de que nuestra historia no comienza al nacer en esta Tierra, sino que ya latíamos desde antes de ser confinados a este mundo terrenal. Los sentimientos que lo abruman al expresar su fiel creencia, afloran como esa inteligencia que roza las manos de los Dioses; y al mencionar a la divinidad creadora, me expreso en plural porque el autor tiene la osadía de afirmar con sus letras de que existe Dios Madre. Heráclito nos dice que la inteligencia, la sabiduría (sofronein) es lo más alto a lo que puede aspirar el ser humano, es la más alta virtud, el supremo estado al que puede llegar el hombre o la mujer. Considerando lo dicho por el filósofo de Éfeso, podría estar casi segura de que Humberto Requejo conoce de Dios aquello que los mortales aún ignoran en su mayoría. Cito en esta parte de la reseña al rey Salomón: El conocimiento del Santísimo es la inteligencia (Proverbios 9:10)

 

Fuimos arrojados dormidos al mundo-mazmorra

para aprender de nosotros mismos

el e q u i l i b r i o.

Atrás

las maldades refinadas

un evolucionado espíritu

honrado esplendor de la buena conciencia.

Volvió al mar del planeta Neptuno

allí esperaban siempre

la poesía siete.

Fuego    agua    luz.

Dios es un universo sencillo

sabiduría integral encandila

su  lenguaje

A m o r

también es una mujer

la Diosa de los cuculíes.

 

Ya decía Vallejo que cuento más sabemos, más sufrimos; sin embargo, presiento que el entendimiento del “paraguayo”, como le agrada que le llamen a Requejo, lo estimula a escribir versos de agradecimiento por este juego de la vida, que tal vez tenga su verdadero inicio detrás de la Vía Láctea. En los versos de SOJOS hay un perenne sentimiento de retorno, como si el autor apelara al entendimiento celestial de que hay una vida más importante para la humanidad después de la muerte. Creer y entender esto, podría sonar trillado e incluso descabellado; pero el lector es libre de adueñarse de la letra de este joven escritor, hijo de padres peruanos, pero nacido en Maracaibo – Venezuela, pero nacido en la inmensidad de la ciudad sumeriael jardín de nubes perennes (Sitar – SOJOS).

 

Se abrió una dimensión atrás de la vía láctea

una gran puerta como oro interminable luz

en donde adentro se escucha

una música de armonía espacial

la melodía

infinita-caricia del mar

allí

todas las almas pueden volar

están en paz eterna

disfrutando de las frutas

de todos los planetas sabios

y jamás se acabarán

porque es infinito como el amor

de los padres celestiales

 

Me arriesgo a considerar que con los versos sencillos - mas no simples - de Humberto Requejo, se marca un hito en la poesía metafísica. Siento un aire bastante sutil; un viento conductor del autor de SOJOS, que se atreve a empujar a Requejo a escribir cosas imposibles que brotan de S(US) OJOS diáfanos en los que se proyecta el lenguaje de Dios. Como diría Benavides Ganosa: Los dioses, clementes, bondadosos nos conducen por el juego de la vida (La Ruta Natural –Artículos y Conferencias 2015).

"Ya no puedo darte el corazón. Iré donde quieran mis botas."

NADA

no sabes nada de mí no haces nada por mí no me cuidas no me descuidas no te expresas me ignoras no me ignoras ...