viernes, 14 de agosto de 2015

Me Enamoré de un muchacho que pensé que era mujer.



¡Mírate!
Ya no eres quien imaginaba en mis cuentos, cuando con mi menuda parsimonia salía de compras y volvía a casa con tan solo un sobre filtrante de té de jazmín.

 - ¡Te distrae el amor!- decía la madre de mi hogar - algunas cosas más eran del mandado, el amor acaba dice José José.

Ahora, ya puedo ver quien eres.
Ya me desenamoré, mujer.
Porque no eres más que la ramera de una ilusión y no tienes reparo, aunque eres la dueña de mi corazón. Cielo de mi universo con olor a te de jazmín.

- ¡No me dejes loca! Eres la fruta más deliciosa del jardín. Porque no eres flor.
- No te dejo yo, encanto, me abandona tu prejuicio. Amor.

Nunca fue suficiente tu cuerpo entregado y el jazmín que tu té me ofrecía, cariño fiel. Pensé que el éxito más íntimo se suspiraba de a dos. También pensé que me adorabas como a un pasajero más que montaba tu bus, envenenando así a mis cuentos, aquellos que se volvían cada vez más mojados de madrugada, tiempo en el que te pensaba; porque de madrugada, los pensamientos se intensifican, las emociones se vuelven más profundas y las poesías fluyen en un fuerte caudal que desemboca en la vigilia de mi memoria, en la que aun permaneces mujer.

No te mires tanto mujer, 
Amor de mis amores. Aunque te confundes con el sexo, para mí siempre serás mi mujer, aunque ya me desenamoré.

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"Ya no puedo darte el corazón. Iré donde quieran mis botas."

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no sabes nada de mí no haces nada por mí no me cuidas no me descuidas no te expresas me ignoras no me ignoras ...