viernes, 14 de agosto de 2015

Sin titulo

Los pequeños trances de los hombres,
en distintas dimensiones 
en las que sus miembros se encuentren,
los transforma en seres libres.
Yo sé Enrique,
que la locura
nunca tuvo maestro,
pero ese doctorado en desborde,
ha destronado mi ahorro de alegría.
La calle

Se vuelve un mar orates
y caída doña tarde,
los cuerpos sienten agonía
y la razón llega al destierro.

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"Ya no puedo darte el corazón. Iré donde quieran mis botas."

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